Época: Hispania Alto Imperio
Inicio: Año 29 A. C.
Fin: Año 268

Antecedente:
La urbanización



Comentario

El principado de Augusto implica un programa urbanístico, en el que cuenta con la colaboración de su yerno M. Vipsanio Agripa, que se proyecta especialmente en las colonias de nueva creación como Emerita Augusta y Caesaraugusta; la fundación de Emerita comporta un conjunto de construcciones entre las que se encuentran las murallas, puente sobre el Anas, teatro y espectáculos, infraestructura de abastecimiento de agua, red de cloacas, etc. Algo parecido se observa en otra deductio augústea como es Caesaraugusta, aunque con la particularidad de que en este caso se hizo sobre el núcleo ibérico preexistente; la dotación de la correspondiente infraestructura urbana (puente, murallas, canalizaciones de abastecimiento y desagüe) tiene su paralelo en la delimitación del foro al que se le dota de los correspondientes monumentos.
La actividad urbanística de Augusto afecta también a otras ciudades promocionadas al estatuto colonial con anterioridad como Tarraco, capital provincial, o Carthago Nova, capital del correspondiente conventus; el programa monumental se proyecta en la creación del foro o en la reorganización de los existentes mediante la erección de basílicas destinadas a la administración de justicia o de edificios que directa o indirectamente se relacionan con la atmósfera sacral con la que se funda el principado, que tiene su formalización progresiva en el culto al emperador.

La construcción de basílicas se documenta en múltiples casos entre los que se encuentran Emporiae, Tarraco, Clunia, Asturica Augusta, etc.; la proyección del culto al emperador tiene una primera manifestación en la dedicación de una ara a Augusto y en la autorización por Tiberio en el 14 d.C. de la construcción de un templo tras su muerte; con este mismo fenómeno debe relacionarse la importancia que adquiere en las transformaciones urbanísticas de época augústea la construcción de teatros; de ellos, el de Emerita Augusta, datable entre el 6 y el 12 a.C., resulta indicativo de sus vinculaciones religiosas ya que en la parte posterior del escenario (scaena) se localiza una pequeña capilla en la que se descubrió el retrato de Augusto como sumo sacerdote.

Las construcciones imperiales tienen su correlato en las modificaciones coetáneas que se documentan en otros centros de menor importancia, tales como Segobriga (Cabeza del Griego, Cuenca), Ercavica (Castro de Santaver, Cuenca), Uxama (Burgo de Osma) o Termes (Tiermes, Soria), donde el factor dinamizador se vincula a las prácticas evergetistas de las elites locales. Precisamente, este contexto social cabe adscribirle a determinados teatros construidos aproximadamente en este período en centros que no habían sido promocionados todavía a un estatuto privilegiado, como ocurre posiblemente en Acinipo (Ronda la Vieja) y Malaca, en los que su relación con el culto al emperador debió de constituir un incentivo para su construcción por parte de las elites locales relacionadas mediante lazos de clientela con el sumo patrono imperial.

El amplio programa augústeo no tiene, al igual que ocurre con las promociones estatutarias, una continuidad en los años inmediatamente posteriores correspondientes a la dinastía julio-claudia; en este aspecto, la excepción está constituida por el emperador Claudio, quien procede en el contexto de su política mauritana a la transformación del enclave de Baelo mediante la construcción de una nueva ciudad de planta ortogonal dotada de un programa monumental clásico, en el que se advierte la influencia urbanística en la ordenación del foro y en las técnicas de construcción de ciudades africanas remodeladas anteriormente por Augusto, como Leptis Magna.

Las transformaciones en el ordenamiento jurídico de las ciudades hispanas que se aprecian en época flavia tienen su paralelo en programas urbanísticos que se relacionan tanto con el nuevo estatuto derivado del Edicto de Latinidad de Vespasiano y de las correspondientes leyes municipales, como con la potenciación que se opera en la implantación del culto al emperador. Las modificaciones urbanísticas que se operan en Munigua, donde se construye un monumental templo en terraza que tiene precedentes en determinados templos republicanos de Italia, como el de la Fortuna en Palestrina, o en Capera y Conimbriga se relacionan con su nuevo carácter de municipios flavios. En cambio, las remodelaciones que se operan en las capitales provinciales, de las que las de mayor envergadura se constatan en Tarraco con la construcción del nuevo foro provincial, y en Corduba con la del templo de la calle Claudio Marcelo, están fuertemente condicionadas por la dimensión que adquiere en Hispania el culto al emperador.

Finalmente, la política urbanística de los emperadores en el siglo II d.C. viene marcada por la importancia que adquieren las remodelaciones efectuadas por Adriano durante la estancia que realiza en diversas ciudades en su viaje a Hispania entre los años 122-125 d.C. Su proyección puede observarse en la importante remodelación que se opera en su ciudad natal de Italica, donde la construcción de la nova urbs tiene su paralelo en la concesión del estatuto de colonia, y en diversas construcciones y restauraciones de edificios religiosos en las tres capitales de provincia.

A través de la intervenciones imperiales y de las iniciativas de las elites privadas se proyecta a las ciudades hispanorromanas un modelo urbanístico en el que inciden influencias diversas, dictadas por las concepciones dominantes, que configuran un patrimonio cultural cuya importancia se enriquece continuamente mediante la investigación arqueológica constatable en los últimos descubrimientos de las capitales provinciales, como Corduba o Tarraco, pero también en centros de menor importancia.